“Estoy en el último semestre de contaduría, quiero terminar mi carrera y trabajar, pero mí pareja quiere que me embarace. Me ha dicho, que si no me embarazo, me va a dejar”, señala Nadia quien a sus 23 años vive una relación con violencia y control desde los 16 años que conoció a Pedro.
La coerción reproductiva o reproducción forzada es un conjunto de conductas destinadas a mantener el poder y el control, e interfiere con la toma de decisiones relacionadas con la salud reproductiva de las personas, la cual puede ser ejercida por la pareja, los padres, los suegros o por políticas de instituciones o del gobierno.
“La coerción reproductiva está vinculada a un tipo de violencia que se genera cuando se intentan controlar las decisiones reproductivas de la pareja con quien se tiene una relación y puede incluir presión para tener sexo, usar o no métodos anticonceptivos, lograr un embarazo o interrumpirlo”, explica Paula Rita Rivera Núñez, gerente de Operaciones de Telefem.
Este control reproductivo se vive tanto en hombres como en mujeres. En las mujeres se estima que 19.2 millones de mexicanas fueron sometidas en algún momento de su vida a intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual. Además, aunque todas las niñas y mujeres están expuestas a la violencia sexual, factores como la pobreza, etnia, discapacidad y migración aumentan su vulnerabilidad.
Una forma oculta de violencia
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) , realizada en mujeres de 15 años y más, el 70.1% de las mujeres han experimentado al menos una situación de violencia psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación al menos una vez en su vida. En el ámbito sexual el 49.7% manifiesta algún tipo de agresión física o digital.
Una de las consecuencias de esta violencia sexual y coerción reproductiva son los embarazos no planificados. México ocupa el primer lugar de embarazos adolescentes de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada 1,000 adolescentes de 15 a 19 años de edad, es decir, cerca de 1.9 millones de embarazos a nivel nacional
Otro problema de salud es el aborto no seguro. En 2018 la Secretaría de Salud registró 1,080 abortos en niñas de 10 a 14 años y 20,298 en adolescentes de 15 a 19 años.
Rivera Nuñez recordó que Telefem es un espacio de apoyo para las personas que viven coerción reproductiva y violencia y necesitan atención de manera integral, empática y libre de perjuicios, con personal calificado, que tiene una visión desde la perspectiva de género y de derechos humano. Además, ofrece orientación médica con profesionales de la salud para acceder a una interrupción del embarazo segura con medicamentos aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de manera remota y confidencial.
Si te encuentras en una situación similar a la de Nadia o conoces a personas que viven este tipo de coerción, se pueden acercar a la organización accediendo a la página https://telefem.org/ donde recibirán consejería médica y piscológica para brindar contención emocional de una manera clara y científica.







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